La criptomoneda mexicana

Criptomoneda

Será con toda seguridad en este año cuando se dé formal nacimiento de la primera criptomoneda estructurada por mexicanos y que llevará por nombre BXP Chip Coin. En el proyecto se lleva trabajando dos años y medio, y se dan los pincelazos finales para su presentación en sociedad.

Mientras tanto, las primeras prácticas de compra y venta ya se ejercen, principalmente en Bolivia y Ecuador. En México las primeras operaciones han sido promovidas por el autor intelectual del proyecto con sus clientes en la compra y venta de productos vinculados con la salud, de la que el empresario es promotor desde hace tiempo.

Héctor Riveros es un emprendedor que en 2007, junto con algunos otros mexicanos, creó una Sofom con gran éxito, a decir por los 12 países en los que establecieron sus reales: Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, República Dominicana, Estados Unidos y por supuesto, México, entre los principales. Su nicho estaba fuertemente orientado hacia los financiamientos hipotecarios.

Pero en 2013 las autoridades mexicanas, sin explicarlo de manera tan directa, parecieron indicarles que el camino sería menos accidentado si cambiaban su manera de operar hacia una SAPI, una Sociedad Promotora de Inversión, cosa que finalmente sucedió en 2014. Los controles relativos a evitar el lavado de dinero hacían muy complicado seguir operando en la Sofom.

Ya para entonces, un amigo de Héctor le había insistido mucho en mirar el futuro de las criptomonedas, sin que el invitado las mirara como negocio o les prestara mucha atención, ya que desde el principio las consideraba como instrumentos para lavar dinero. Pero el tiempo cambiaría esa percepción.

Detrás de una criptomoneda hay sofisticados procesos de programación y códigos finitos que para el caso del bitcoin, según se explica, llegan a ser hasta de 21 millones, lo que garantiza que cada bitcoin pueda ser dividido hasta en 100 millones de partes. Pero esa parte es técnica y pocas personas pueden entenderle.

El caso es que hace dos años y medio el asunto de la criptomoneda hizo sentido para el equipo que encabeza Héctor para quien su primer negocio, el de la venta de productos vinculados con los suplementos alimenticios y el de los clientes en el terreno del financiamiento hipotecario, pudiera ser su base de clientes para operar la moneda virtual. Y comenzaron a construir la infraestructura.

El equipo de confianza de Héctor ha desarrollado esa complicada tarea de crear la programación y el entramado algorítmico. Entre más sofisticado es el ramal que soporta una criptomoneda, ésta es más sólida y con pocas posibilidades de ser violentada.

En 2017, cuando de hecho comenzó a operarse de manera experimental, la BXP estaba valorada en 30 centavos de dólar. El pasado jueves la cotización era de 1.10 dólares. El pico de la cotización se vivió en octubre de 2017 cuando alcanzó la equivalencia a 1.42 dólares por unidad.

BXP Chip Coin ya opera. La red de venta y distribución de 42 suplementos alimenticios de Héctor Riveros ya compra y vende esos productos usando la criptomoneda, pero los socios del creador insisten en sostener una plática tanto con autoridades hacendarias como con el Banco de México para que no se piense que la iniciativa se va a prestar al lavado de dinero o a fraudes.

Pero antes, parece que Héctor estaría dispuesto a recibir el respaldo de un empresario ya vinculado con sistemas de pago modernos y orientados a la base de la pirámide empresarial. Al menos el pasado jueves iniciaron un formal intento de asociarse, y la red de mercadotecnia digital del posible (o ‘virtual’ socio de Riveros) estaría ya iniciando la tarea de lanzar a consumidores una campaña para sensibilizar a compradores de lo que es y de las ventajas que tiene el uso de esa moneda virtual.

El caso es que ellos aspiran a que el gobierno mexicano, en sus distintos niveles de responsabilidad, acepte el trabajo con la criptomoneda, que habrá de concederles una comisión a manera de pago de impuestos, lo que concedería muchas ventajas al usar esos recursos, que son totalmente transparentes y que dejan huellas claras respecto a quiénes son los beneficiarios del intercambio de productos o servicios por la moneda o sus fracciones.

Habrá que ver.



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