Impacto por la carga fiscal a la aviación

En el marco del Paquete Económico 2026 y del Presupuesto de Egresos de la Federación, el Poder Legislativo mexicano aprobó una serie de actualizaciones a la Ley Federal de Derechos dentro de la Miscelánea Fiscal 2026, que incrementarán de manera significativa los costos de diversos trámites aeronáuticos a partir del 1 de enero de 2026.

El impacto fiscal en la aviación es significativo y multifacético, afectando tanto a las aerolíneas como a los pasajeros a través de diversos impuestos y tasas, lo cual incide directamente en los costos operativos y el precio final de los boletos aéreos.

Los impuestos y tasas más relevantes en el sector aéreo mexicano incluyen:

Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA): Esta es la carga más importante en el costo de un boleto, representando hasta el 42% del total en aeropuertos como el de la Ciudad de México. Es una tarifa que los pasajeros pagan a los aeropuertos por el uso de sus instalaciones.

Impuesto al Valor Agregado (IVA):

Vuelos nacionales: Están sujetos a una tasa de IVA del 16%, aunque en ocasiones se aplica una tasa efectiva menor o un 10% dependiendo del desglose del servicio.

Vuelos internacionales: Están exentos de IVA. Si un vuelo inicia en México y termina en el extranjero, solo se considera prestado en territorio nacional el 25% del servicio, por lo que se aplica un 4% de IVA (25% de la tasa general del 16%).

Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a la Turbosina: El combustible de aviación (turbosina) está sujeto a impuestos, y cualquier incremento en estos, como un posible aumento del impuesto al carbono, impacta directamente los costos operativos de las aerolíneas, ya que el combustible representa más del 35% de sus gastos.

Impuestos de Salida: Los pasajeros que salen del país deben pagar un impuesto de salida, que varía según el destino y puede representar una parte considerable del costo del boleto internacional.

Encarecimiento de servicios: La alta carga fiscal puede hacer que los boletos de avión sean más caros, lo que potencialmente reduce la demanda y el acceso al transporte aéreo para la población.

Competitividad regional: México se encuentra entre los países de América Latina con las cargas fiscales y tasas aeroportuarias más altas, lo que puede afectar la competitividad del sector a nivel regional.

Costos Operativos: Los impuestos sobre el combustible y las tarifas de uso de infraestructura aumentan los costos para las aerolíneas, lo que puede llevar a márgenes de ganancia más ajustados o a la transferencia de esos costos al consumidor.

Incertidumbre regulatoria: Cambios propuestos en la legislación tributaria, como aumentos en el impuesto al carbono, generan incertidumbre en la industria y pueden disuadir inversiones.

Fiscalidad «verde»: Existe una tendencia global hacia una fiscalidad más ecológica para mitigar el impacto ambiental de la aviación, lo que podría implicar la creación de nuevos impuestos ambientales en el futuro.

Ahora para el 2026, el gobierno presume una recaudación de 3.9 del PIB, pero no dice que detrás de esos números hay pilotos pagando casi 20% más por revalidar su licencia, aerolíneas subiendo el costo de los boletos y jóvenes que verán cómo su sueño de volar se les va por los aires.

Revalidar una licencia de vuelo costará 19.7% más. Para un piloto activo, eso significa hasta 25 mil pesos adicionales al año, solo por mantener su permiso vigente.

Las escuelas de aviación, antes exentas, deberán pagar por cada kilómetro volado: 11.03 pesos si usan aeronaves grandes o 7.6 pesos si son pequeñas.

Un alumno que requiera 200 horas de vuelo, desembolsará alrededor de 200 mil pesos más en su formación.

La Tarifa de Uso de Aeropuerto —la famosa TUA— sube a 29.70 dólares para vuelos nacionales y 56.39 para internacionales. Con 118 millones de pasajeros al año, el golpe colectivo es brutal.

Otros trámites como certificados de aeronavegabilidad aumentan 32%, vuelos de inspección 57%, permisos a tripulaciones extranjeras 109% y cobros en aeródromos menores 39%.

Nada de esto suena a “bienestar”. Suena a sobrecarga fiscal en un sector que ya paga combustible caro, despegues, aterrizajes, plataformas, seguros altos y regulaciones cada vez más densas.

Bueno, hasta la Coca Cola que se tome en el avión costará más.

Mientras tanto, el mismo Estado que exprime a las aerolíneas inyecta cinco mil 800 millones de pesos a la nueva Mexicana de Aviación.

Se subsidia lo simbólico y se castiga lo productivo.

Estos ajustes no solo encarecen volar; encarecen el futuro.

Formar un piloto en México ya cuesta más de un millón y medio de pesos, y con estas medidas la brecha entre quien puede y quien sueña será aún más grande.

La aviación no pide limosna: pide coherencia.

Si México quiere desarrollo, necesita cielos accesibles, no tarifas confiscatorias. El bienestar no debería despegar sobre el sacrificio de los que hacen posible que el país se mueva. Porque si seguimos así, llegará el día en que volar en México sea tan caro… que ni los sueños podrán pagar el boleto.

Al final, ¿quien crees que terminará pagando estos incrementos?

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