Reto para las Fintech’s después de la pandemia.

La Covid-19 ha alterado radicalmente la economía global y el funcionamiento cotidiano de las empresas. Su aparición de forma imprevista ha obligado a tomar medidas rápidas y valorar diferentes escenarios que podrían producirse. No todas las compañías han sabido o han podido adaptarse de igual manera, pero si hay algo que ha marcado la diferencia, es la capacidad tecnológica.

Las empresas de base tecnológica o que han incorporado tecnología en su actividad han tenido menos dificultades para seguir operando. Se ha visto ahora y seguramente se tendrá mucho más en cuenta de ahora en adelante, ya que muchas tendrán que plantearse una modernización de sus procesos para poder enfrentarse a escenarios similares al que ha propiciado la pandemia. No sólo por el riesgo de otras situaciones como la de la Covid-19, sino por las ventajas que aporta la aplicación de la tecnología a la actividad empresarial, con modelos de negocio flexibles, digitales y capaces de desarrollar productos y servicios a los que otros no tienen acceso.

A pesar de haber obtenidos grandes logros durante 2020 y 2021, las Fintech’s tienen un gran reto por delante: atraer inversión.

El cierre de los canales tradicionales y físicos, fue reconocido universalmente como una oportunidad de crecimiento para estas compañías, que ya ofrecían alternativas financieras convenientes y fáciles a través medios digitales.

Esto permitió a las empresas del sector crecer su penetración, y con ella la oportunidad para expandir su modelo de negocios mucho más rápido de lo que se esperaba en el mediano plazo.

Sin embargo, hay desafíos importantes pendientes en el sector, y muchos de ellos han estado presentes dentro de la industria desde antes incluso de la pandemia de COVID-19. Uno de los más interesantes es la obtención de recursos para su crecimiento en el largo plazo.

A muchas Fintech’s todavía les falta desarrollar desde el inicio, una visión clara para investigar, perseguir y atraer fondos de capital de riesgo. Algo que se refleja claramente en la forma que se distribuyen este tipo de fondos, no solo en México sino a escala América Latina.

No se trata de un reto menor. Las Fintech´s mexicanas acumularon una serie de éxitos importantes en los últimos meses. Sin embargo, la presión añadida de estas victorias, sin un respaldo financiero que les permita crecer y desarrollarse, puede ser un riesgo real en el corto y mediano plazo para su viabilidad como negocios.

En lo que se refiere a inyección de capital, a escala global y regional, parece que fue un buen año para las Fintech. Para el segundo trimestre del año, la inversión en este tipo de empresas sumó 30,800 millones de dólares (MD), 30% por arriba de lo registrado en el periodo previo.

En América latina también se puede observar una evolución similar, incluso más acelerada. En el mismo reporte, entre el primer y el segundo trimestre del 2021 se estima que las inversiones en proyectos Fintech de Sudamérica se dispararon 153%. Para todo el continente, el aumento fue de 52%, por encima del promedio global.

En México también parece existir un mercado Fintech robusto. El estudio de CBInsights asegura que el 15% de las inversiones en toda América Latina se hicieron dentro de la República Mexicana.

Estas  inyecciones de  capital se han mantenido más allá del cierre de este reporte, lo que presenta un buen panorama para el resto del 2021.

Se estima que Brasil acaparó la mayor parte de las inversiones Fintech en América Latina; con estimaciones de 70% y 78.4% respectivamente. En paralelo, según las últimas cifras de Finnovista y Statista (ambas actualizadas a 2020), había 441 Fintech en México y 771 en Brasil.

En otras palabras, las startups de Brasil reciben entre 4.6 y 5.6 veces más recursos que las de México en su conjunto, a pesar  que solo son 74.82% más numerosas. Dicha disparidad podría sugerir que el ecosistema Fintech en México es comparativamente menos atractivo que el de su contraparte brasileña.

Y no es un elemento que surja con la pandemia. Si acaso se ha agudizado con la crisis sanitaria. En 2019, de acuerdo con Finnovating, Brasil abarcaba el 69% de las inversiones de América Latina, un porcentaje ligeramente menor al registrado para 2021.

De por sí ya hay una concentración natural de recursos en el ecosistema Fintech. También en cifras del Latam Fintech Hub, el 98% de las rondas de financiamiento en la primera mitad del 2020 se concentraron en tres países, México, Brasil y Colombia.

El fenómeno se replica también al nivel local. Por ejemplo, para el caso específico de México, de los 179.37 (MD) inyectados en el país para la primera mitad del año pasado, 100 MD (alrededor del 55.75% de total) se fueron a un solo jugador, Credijusto, una plataforma digital de financiamiento empresarial.

El desafío, además, podría ponerse aún peor. Aitor Chinchetru, CEO de Fintonic México, una plataforma para tramitar tarjetas físicas o virtuales, apuntó en entrevista que se ha mantenido la intención de inyectar capital a estas startups e incluso “ha aumentado, pues las Fintech’s han demostrado poder romper la barrera del espacio para ofrecer sus servicios a los consumidores y por ende, estas han tenido un crecimiento exponencial, lo que genera confianza en los inversionistas para inclusive destinar más capital que antes”.

Esto podría verse como buenas noticias. Pero si la inyección de recursos sigue favoreciendo solo a unos jugadores del ecosistema, será difícil desarrollar una industria Fintech mexicana atractiva y sólida en el largo plazo con todo el potencial de las cientos de compañías que al día de hoy se las han arreglado para existir.

Peor aún, hay una muy buena posibilidad que esos recursos se necesiten más urgentemente de lo que parece.

Tomando ya en cuenta el efecto de la COVID-19, en datos se espera que para 2022 crezca la población de usuarios de tecnologías Fintech en el país a alrededor de 74.62 millones de personas. Y según especialistas, la cifra debería crecer a 82 millones para 2025.

Con mayor penetración entre la población de México, también viene mayor responsabilidad y una vara más alta para las Fintech.  Según Blázquez, su startup vio entre la población de clientes crecer la expectativa que “compañías como Mendel tengan mayor rapidez, facilidad, accesibilidad y sobre todo seguridad de su información”.

Borrás Setién confirma que los consumidores “quisieran que les diéramos instantáneamente respuesta a mis solicitudes y que no me pidan ningún requisito, ése es el ideal. Entonces, por más que hayamos recortado los tiempos, siempre existirá la posibilidad de ser más rápidos. Y cada vez tenemos que pedir menos requisitos a los clientes”.

A eso se debe sumar que hay otra expectativa pendiente para las startups, más allá de retener a los usuarios ganados en la pandemia. Desde que el concepto de las Fintech ganó tracción en México, se les ha visto como una herramienta potencial para cerrar la urgente brecha de bancarización en el país.

Si bien se han obtenido grandes logros, algunos agentes están decepcionados de la relativamente limitada cobertura obtenida hasta ahora. Un estudio de Catalyst Fund encontró que para mediados del 2020, aún el 50% de los mayores de edad mexicanos seguían sin estar bancarizados. Un fenómeno mucho más pronunciado en poblaciones de bajo recursos, rurales y/o minorías, las mismas Fintech reconocen que han fallado en esta misión.

En un panel a medios, Raúl de Anda, cofundador de Unreasonable México, una plataforma de aceleración, apuntó que “obviamente hacer una aplicación para alguien que vive en Las Lomas es mucho más sencillo que llevarle servicios financieros a, por ejemplo, un estudiante”.

En el mismo panel, Gustavo Rojo Blasquez, CEO de Vexi, unaplataforma de tarjetas de crédito, reafirmó que hay todavía un camino muy largo para cerrar esa brecha. “Sí tenemos que hacerlo rápido”, admite, pero asegura que también es “muy muy tardado llegar a esas 30 millones de personas que esperan estos servicios”.

Para resolver esas exigencias, necesariamente se requerirá escala y refinación de procesos. Para eso se necesita dinero, los mismos recursos que, con respecto al total de América Latina, parecen ir reduciéndose porcentualmente con el tiempo incluso cuando la inyección neta local es superior.

Algunos indicadores podrían ya estar reflejando una preocupación ante la capacidad de las Fintech’s para estar a la altura del reto. En el Ranking anual de Findexable, que califica a los países de todo el mundo según el potencial de su economía de tecnologías financieras, México cayó dos lugares en 2021 frente a 2020.

También la capital del país, otrora reconocida como una de las ciudades más atractivas para el desarrollo de fintech en México y el mundo, cayó 27 posiciones en este mismo ranking. Monterrey y Guadalajara, los otros grandes centros de actividad comercial y tecnológica, también se desplomaron varias decenas de posiciones.

En este contexto, ¿cuál podría ser la solución? De acuerdo con Borras Setién las fintech deberían “trabajar explícitamente más en ello. Para nosotros, hace dos años no era una prioridad el obtener información de venture capital. Hoy sí. Entonces hay que preocuparnos más en llevar a cabo esfuerzos focalizados y lograr esa inversión”.

Las fintech mexicanas tuvieron victorias importantes durante la pandemia, sin duda. Pero estos avances están agudizando también la necesidad de buscar más agresivamente inversiones y fondeo para fortalecer su crecimiento. Y la única respuesta es reorganizar sus prioridades estratégicas, desde el momento mismo de su concepción, para tratar de atraer la atención de los fondos nacionales e internacionales.

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