Las tarjetas de crédito son una herramienta financiera útil para muchas personas. Sin embargo, su uso inadecuado puede generar consecuencias fiscales graves. En México, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) puede determinarte impuestos o iniciar una auditoría si detecta que tus pagos con tarjeta no coinciden con tus ingresos declarados.
Aunque muchas personas consideran que una tarjeta de crédito solo representa una deuda, lo cierto es que el pago mensual de la tarjeta representa una erogación real para efectos fiscales. El SAT no solo se fija en lo que compras, sino en cómo pagas esas compras.
De acuerdo con el artículo 91 de la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR), si una persona física realiza erogaciones (como gastos, adquisiciones o pagos de tarjetas de crédito) que superan sus ingresos declarados, puede ser objeto de un procedimiento por discrepancia fiscal.
Una discrepancia fiscal ocurre cuando el SAT detecta que una persona gasta más de lo que oficialmente gana. Esto puede llevar a que la autoridad presuma que existen ingresos no declarados y, por tanto, determinar impuestos omitidos, actualizar, aplicar recargos y multas.
Entre las erogaciones que el SAT toma en cuenta están:
- Pagos con tarjeta de crédito.
- Depósitos bancarios.
- Compras y adquisiciones de bienes.
- Inversiones financieras.
- Gastos personales.
Estas son algunas de las acciones más comunes que pueden generar discrepancias fiscales:
- Pago de impuestos por uso de tarjetas de crédito
- Pagar la tarjeta de crédito con efectivo no declarado: Si el efectivo no proviene de ingresos registrados, el SAT lo puede presumir como ingreso omitido.
- Usar la tarjeta como medio de gasto corriente sin control: Aunque compres gasolina, despensa o servicios, si los pagos no se vinculan a ingresos formales, generan alerta.
- Permitir que un tercero pague tu tarjeta: Si alguien más (pareja, padres, hijos) paga tu tarjeta sin documentación clara, puede considerarse como ingreso gravado o donativo.
- Pagar tarjetas ajenas con tu cuenta: Si no hay relación formal o contrato, el SAT puede presumir que se trata de un ingreso no registrado para el titular de la tarjeta.
- No registrar correctamente los movimientos en la contabilidad: En contribuyentes con actividad empresarial o en régimen RESICO, esto puede ser motivo directo de revisión.
Imagina un contribuyente que declara ingresos mensuales de $20,000 pesos, pero paga $35,000 al mes en su tarjeta de crédito. Al final del año, habría pagado $420,000, pero solo reportó $240,000 en ingresos. ¿De dónde salió la diferencia de $180,000?
Si no se puede justificar, el SAT podría iniciar una auditoría y determinar que hay ingresos no declarados, con las consecuencias fiscales que eso implica.
Cuando un familiar o amigo te ayuda a pagar la tarjeta, puede considerarse un donativo. Sin embargo, los donativos están exentos solo en casos específicos:
- Entre parientes en línea recta (padres, hijos, abuelos): son exentos.
- Entre personas sin relación de parentesco directo: solo están exentos hasta por el equivalente a 3 UMAS anuales (aproximadamente $123,820 en 2025).
- Si no se documentan adecuadamente o exceden ese monto, se consideran ingresos gravados y pueden generar discrepancia.
Recomendaciones fiscales para evitar problemas:
- Evita pagar tarjetas con efectivo no bancarizado.
- Concilia mensualmente tus ingresos y pagos.
- Registra todos los movimientos en tu contabilidad (aunque estés en RESICO).
- Documenta donativos o préstamos con cartas simples, contratos o transferencias bancarias.
- Evita mezclar tarjetas personales con gastos del negocio.
- Guarda comprobantes, contratos y evidencia del origen de los fondos.
Tambien están incluidas las tarjetas de crédito departamentales como las de Coppel, Liverpool o Suburbia. Esta medida no se limita a las tarjetas emitidas por bancos tradicionales, sino que abarca también a las otorgadas por tiendas e instituciones no bancarias como Fintechs y Sofipos, debido a su creciente uso entre los consumidores mexicanos.
En conclusión, el uso de tarjetas de crédito sí es visible para el SAT. No se trata solo de cómo gastas, sino de cómo pagas y con qué dinero lo haces. Una planeación adecuada, registros claros y transparencia financiera son claves para evitar sanciones y auditorías.